Todos sabemos que no es lo mismo hablar de un grupo de trabajo que de un equipo. ¡Esa es una diferenciación ya muy concurrida! El primer caso engloba a un conjunto de personas que deben desarrollar una misma función, o coordinarse para conseguir un objetivo final común. Cuando hablamos de equipo la diferencia reside en que ese mismo grupo de personas comparte el objetivo, se siente identificado con los valores que representa su organización y comprenden a la perfección que el esfuerzo de cada uno de ellos es necesario para lograr el éxito común. 

Sin embargo, hay una pregunta que todavía podemos hacernos para dar un paso más: ¿Es tu equipo de alto rendimiento? 

Tener y formar parte de un equipo cohesionado, respetuoso y disciplinado es una gran victoria, eso es innegable, pero lo que marca la diferencia y enfocará a tu equipo hacia la excelencia es su forma de enfrentarse a las situaciones de máxima presión, a los errores, y a los cambios sobrevenidos. Saber navegan en aguas turbulentas y en condiciones poco confortables y salir satisfecho es lo que hace que un equipo sea de alto rendimiento. 

Acostumbramos a asociar el concepto “alto rendimiento” al mundo del deporte debido a la entrega y exigencia que requieren las grandes hazañas protagonizadas por héroes deportivos de la talla de Rafa Nadal, la selección española de baloncesto masculina y femenina, el equipo de plata de gimnasia rítmica o las chicas de oro del waterpolo entre muchos otros nombres, sin embargo, nos cuesta más pensar igual en el ámbito empresarial, pero se les podrían parecer ejemplos como el de Google, Apple, la primera aerolínea americana Southwest… Todos ellos comparten la capacidad de potenciar y desarrollar el talento de sus trabajadores en beneficio del objetivo común de la empresa. 

Existen 5 aspectos que debemos tener en cuenta para liderar a un equipo altamente efectivo: 

  • Alianzas y roles: Debemos tener claro cuáles son las alianzas entre los miembros del equipo para poder delegar el trabajo de manera efectiva y productiva. Además, controlar que los roles estén bien definidos y que el aumento de la exigencia y productividad en el trabajo no desdibuje las funciones y atribuciones de cada componente del equipo. Es importante también en este punto revisar las Cuentas Bancarias Emocionales de las relaciones del equipo y hacer las inversiones necesarias. 
  • Evaluación del estado emocional por fases: El alto rendimiento conlleva mantener un porcentaje elevado de tensión y presión constante generado por el riesgo que acarrea la exigencia de ser altamente productivos, sin que el grado de satisfacción se vea afectado. Por esa razón es importante que utilicemos herramientas para evaluar el estado emocional de los componentes del equipo en las distintas fases del proceso de trabajo o camino laboral: volumen de trabajo neutral/estable, picos altos de trabajo/nuevos proyectos, y en picos bajos de trabajo/zonas de peligro.  Hacerlo nos llevará a poder responder correctamente a las necesidades emocionales, latentes o manifiestas, que hayamos detectado y mantener la sintonía y estabilidad del equipo. Algunos ejemplos que podemos utilizar son herramientas del Coaching Teleológico como la Escala Evaluativa o el EMESET.
  • Cobertura de las nuevas necesidades: Cuando un equipo funciona a su máximo nivel es inevitable que genere nuevas realidades; posibilidades y situaciones que requieren de herramientas que no se habían utilizado hasta el momento. Es importante prestar atención a estas necesidades para plantear un plan de acción que incorpore, de manera gradual, la formación precisa para desarrollar esas técnicas o herramientas que el equipo necesita antes de que sea demasiado tarde. 
  • Estado de la motivación y los objetivos: La motivación es interna y externa. Cualquier equipo que se precie sabe que es importante mantener la motivación alta, ya sea la que proviene de nosotros mismos, como la generada por los condicionantes externos. En los equipos altamente efectivos ese factor es fundamental ya que sus miembros acostumbran a ser personas con un alto grado de compromiso, de exigencia y  de sentido de la autorrealización. Esto significa que los retos planteados, tanto a nivel individual, como colectivo tienen que ser ambiciosos, que fomenten la creatividad, que impliquen a todo el mundo, y que inviten a arriesgarnos y salir de la zona de confort. Deberemos validar y, en caso necesario, reformular los objetivos con más frecuencia si queremos mantener viva la motivación del equipo y su foco. 
  • Periodos de recuperación: En el mundo del deporte es muy manido hablar de las fases de recuperación: necesarias para que el cuerpo del deportista se recupere y poder aumentar la carga de entrenamiento en la siguiente fase. En el caso de los equipos de alto rendimiento profesionales es lo mismo: toda planificación y estratgegia debe contemplar unos periodos de recuperación, y no hablamos de las vacaciones propiamente dichas, sino de periodos en que el trabajo sea activo, pero con grados de exigencia física y mental menor, o la incorporación de dinámicas o tipos de trabajo que aporten aire fresco al trabajador. Esos periodos de descanso activo nos garantizan un mayor rendimiento en las etapas posteriores. 

Dedicar espacio y tiempo a atender esos 5 puntos es enfocar y entrenar a tu equipo de trabajo en el alto rendimiento.